Especialmente desde 2021, las tenencias chinas de bonos de deuda del Tesoro de EEUU han venido disminuyendo de forma notable. En este texto, además de ofrecer una breve explicación sobre lo que son los bonos de deuda y cómo funcionan, plantea algunas reflexiones acerca de las consecuencias que esta tendencia puede tener en la relación de las dos mayores potencias económicas mundiales, y sus implicaciones en el actual contexto mundial.
En mayo del presente año, la prestigiosa empresa mundial de información financiera Bloomberg —cuya sede principal está en Nueva York— publicó un artículo en el que señala —por no decir alerta— que China ha vendido una cantidad récord de bonos de deuda del Departamento del Tesoro y de agencias de Estados Unidos (en adelante EEUU) en el primer trimestre de 2024. Más exactamente, según cálculos de Bloomberg, el gobierno chino vendió 53.300 millones de dólares en bonos, al tiempo que Bélgica —cuarto tenedor mundial de bonos de EEUU y reconocido como principal custodio de los activos chinos— vendió otros 22 mil millones en bonos durante el mismo lapso. Sumando estos dos valores tenemos poco más de 75 mil millones de dólares, lo que equivale, o incluso supera, al Producto Interno Bruto (PIB) anual de países como Croacia, Lituania o Tanzania en 2022.
Ahora bien, por más que en el primer trimestre de este año China haya marcado un nuevo récord en ventas de bonos de deuda de EEUU, la importancia de este dato no radica tanto en sí mismo, como en una creciente tendencia que viene dándose desde 2021; y cuyas consecuencias en el mediano plazo podrían resultar desastrosas para la economía norteamericana.
Pese a que aún es prematuro determinar cómo puede afectar esto al mercado financiero internacional, es importante comprender este asunto, ya que es un factor que va más allá de la relación comercial entre las dos principales potencias económicas del mundo.
Entonces, para comprender este asunto lo mejor posible, hemos de empezar por entender qué es y cómo funciona un bono de deuda, para luego caracterizar el comportamiento de China en relación con los bonos del Tesoro de EEUU en los últimos años, con miras a reconocer no sólo las tendencias que ha marcado, sino también las razones que pueden llegar a explicarlas.
Siguiendo este orden, pues, lo primero es saber que todo bono de deuda —pública o privada— es un instrumento financiero, es decir, es un acuerdo o un contrato que tiene valor y puede ser negociado entre dos partes; además, representa un derecho para el comprador y una obligación para el vendedor. Estos instrumentos se utilizan para transferir dinero y riesgo entre individuos, empresas y gobiernos.
Para el caso de los bonos del Tesoro de EEUU, éstos son instrumentos financieros de deuda que emite directamente el gobierno norteamericano; y cuentan con cuatro elementos característicos: 1) Emisión y venta: se realiza para financiar las actividades del gobierno, a través de subastas públicas y periódicas, abiertas tanto a individuos, como a organizaciones privadas y entidades públicas; 2) Valor nominal: es el valor que el gobierno se compromete a devolver una vez se venza el plazo del bono; 3) Plazo: indica el lapso que tardará el gobierno en devolver el valor nominal del bono; éste puede ser de algunos meses hasta 30 años o más; 4) Interés (también llamado cupón): se refiere a los pagos periódicos que hará el gobierno a quienes posean los bonos; estos pagos se efectúan generalmente cada seis meses.
Tenemos, entonces, que al comprar un bono del Tesoro, estamos prestando dinero al gobierno; y, a cambio, el gobierno se compromete a pagar intereses periódicamente y a devolvernos íntegro el valor nominal del bono cumplido su plazo. Por ejemplo: si compramos un bono del Tesoro a 10 años, con un valor nominal de 1.000 dólares, a un interés del 3%, significa que durante 10 años recibiremos 30 dólares (el 3% de 1.000) al año en pago de intereses; y, cumplido ese lapso, recibiremos de regreso los 1.000 dólares que pagamos inicialmente por el bono.
Hasta aquí todo resulta sencillo. Sin embargo, recordemos que los bonos de deuda son instrumentos financieros; y, como tales, pueden comercializarse en el mercado, entrando en los vaivenes de la oferta y la demanda. Ahora bien, entre los diversos factores que pueden alterar el precio de los bonos en el mercado, señalaremos brevemente dos: el asociado con la tasa de interés y el vinculado con la inflación.
En el primer caso, si sube la tasa de interés, los nuevos bonos se emitirán con intereses o cupones más altos, por lo que los bonos existentes se harán menos atractivos, lo que hará bajar sus precios en el mercado. Lo contrario ocurrirá en caso de que la tasa de interés disminuya.
En el caso de la inflación ocurre algo similar. Dado que la inflación reduce el poder adquisitivo del dinero, si ésta aumenta, tanto el interés como el valor nominal de los bonos se reducirán en términos reales. Lo contrario ocurrirá en caso de que la inflación disminuya, haciendo que el precio de los bonos aumente en el mercado.
Antes de entrar en el tema de China y los bonos de deuda de EEUU, es importante incluir un último elemento, que tiene que ver con la relación que se establece entre los precios de los bonos, su interés y su rendimiento. Al hablar de rendimiento (en inglés: yield), nos referimos al retorno que un inversor obtiene de dicho bono. Existen diferentes formas de calcular el rendimiento de un bono. Quizá la más común y frecuente es a partir de lo que se llama rendimiento al vencimiento (en inglés: Yield to Maturity o YTM), que es la tasa de retorno total esperada si el bono se mantiene hasta su vencimiento.
Si retomamos el ejemplo expuesto previamente (bono de 1.000 dólares a 10 años con un interés anual del 3%), entonces, el rendimiento al vencimiento será igual a la suma de todos los intereses recibidos durante el lapso que abarca el bono; es decir, 30 dólares cada año por 10 años, lo que da 300 dólares.
Ahora bien, ¿qué pasa si el precio del bono sube o baja en el mercado? Veamos cada caso, siguiendo este ejemplo, para entender cómo consecuentemente, de manera inversamente proporcional, varía el porcentaje de interés.
Digamos que el precio del bono del mercado aumenta de 1.000 a 1.100 dólares. Esto haría que el porcentaje de interés bajara, ya que el inversor ha pagado más por el mismo retorno. Es decir, para obtener los 30 dólares anuales de rendimiento, ya no recibiría el 3% de interés, sino menos. El nuevo interés se calcularía dividiendo el rendimiento anual (30) entre el nuevo precio del bono (1.100), lo que marcaría un interés aproximado de 2,7%.
En cambio, si el precio del bono bajase, el interés aumentaría, así: 30 dividido 900, por 100 (para que dé en porcentaje): daría 3,3%.
Esto puede resultar un poco confuso para quienes no estén familiarizados con estos temas financieros. Lo importante, más allá de eso, es tener claro que si el precio del bono en el mercado aumenta, se reducirá su interés; y si, en cambio, el precio del bono en el mercado disminuye, aumentará su interés, lo que, dado el caso, puede causar inconvenientes al gobierno emisor de los bonos.
China y los bonos de deuda de Estados Unidos Según el portal CEIC DATA (www.ceicdata.com), la tenencia de bonos del Tesoro de EEUU por parte de China, durante lo que lleva este siglo XXI, alcanzó su mayor valor histórico en noviembre de 2013, cuando llegó a los 1.316.700.000 dólares. A partir de entonces, el volumen de bonos en manos chinas empezó a marcar una ligera, pero constante, tendencia a reducirse, hasta hacerse más clara y pronunciada desde 2021. Según esta misma fuente, para febrero de 2024, las tenencias chinas de bonos de EEUU llegan a 775 millones de dólares, lo que aún es bastante, pero equivalen a menos del 60% del máximo histórico.
GRÁFICA 1: Tenencias chinas de bonos del Tesoro de EEUU. Marzo 2000 a febrero de 2024. Fuente: CEIC DATA.
Al observar con algún detenimiento la Gráfica 1, es posible reconocer tres grandes tendencias en el comportamiento de China en cuanto a su tenencia de bonos de deuda de eeuu. La primera va desde el comienzo de la gráfica (marzo de 2000) hasta 2012; y se caracteriza por un rápido aumento de las tenencias. La segunda va desde 2012 hasta 2021; y, salvo un hueco o gap entre 2016 y 2018, marca una ligera pero constante caída hasta el nivel de los 1.000 millones de dólares en tenencias. En tercer y último lugar, está la tendencia que se marca desde 2021 hasta nuestros días, de reducción notable, acelerada si se la compara con la del periodo anterior.
La noticia con la que comenzamos este análisis de coyuntura adquiere relevancia en este contexto en la medida en que se suma a la tendencia bajista, no sólo confirmándola, sino incluso agudizándola. En este sentido, esa noticia incide en el mercado financiero; es decir, el hecho de que China (siendo el segundo país con mayor tenencia de bonos de deuda de EEUU, después de Japón y antes de Reino Unido) esté vendiendo de forma constante, y al parece creciente, estos bonos genera en el mercado un aumento de la oferta de estos instrumentos financieros; lo que, a su vez, propicia una reducción de sus precios y, consecuentemente, el aumento de sus porcentajes de interés.
Sin embargo, este escenario no tiene por qué tomarse como algo necesariamente negativo; y puede resultar atractivo para, por ejemplo, Japón y Reino Unido, que precisamente han aumentado sus tenencias de bonos en los últimos meses.
En cuanto a Estados Unidos, esta tendencia que demuestra China es cierto que resulta desfavorable, quizá no tanto en términos estrictamente financieros, como en términos reputacionales, más en un contexto como el actual en el que, pese a haber logrado contener la inflación, la economía norteamericana mantiene aún alta la tasa de interés; y, no menos importante, su deuda nacional se encuentra en máximos históricos —más de 30 millones de millones (30.000.000.000.000) de dólares—; es decir, nunca antes EEUU había tenido ese volumen de deuda.
No obstante, todo este contexto no es tan grave si se lo compara con la afectación reputacional que pueden estar sufriendo los bonos de deuda de EEUU, a causa del comportamiento chino. Desde hace décadas, los bonos del Tesoro de EEUU han sido reconocidos internacionalmente como una opción segura y recomendable para invertir, por varias razones, entre ellas el respaldo del gobierno (y, por extensión, de las fuerzas armadas) de Estados Unidos, algunas exenciones fiscales, su liquidez en el mercado y su bajísimo riesgo de incumplimiento, básicamente por el hecho de que el gobierno norteamericano está en la capacidad de emitir los dólares necesarios para pagar lo que se deba.
Es por tanto cuanto menos llamativo que, dadas estas garantías que respaldan los bonos del Tesoro de EEUU, haya quien decida empezar a deshacerse de ellos. Según el artículo de Bloomberg con el que iniciamos este texto, una de las razones que ha motivado a China a vender sus bonos es su intención de “diversificar su portafolio”, es decir, comprar otros activos de refugio, en especial oro. Para demostrar este punto, se puede tener en cuenta que, como lo presenta la página del World Gold Council (www.gold.org), desde finales de 2022 las reservas de oro de China efectivamente han aumentado. Pero esto no sólo comprobaría las intenciones de China de diversificar su portafolio. También apunta a algo mucho más grande, que tiene que ver no sólo con la economía china o la economía norteamericana, sino con lo que podríamos llamar —parafraseando una expresión del analista y profesor Joseph S. Nye— la naturaleza cambiante de los activos de refugio.
¿Qué son los activos de refugio? Son inversiones que se consideran seguras en tiempos de incertidumbre económica y de turbulencias en el mercado. Se caracterizan por su capacidad para mantener, e incluso aumentar, su valor cuando otros activos no lo consiguen.
Un buen ejemplo de activo de refugio, a escala de economía doméstica, pueden ser los bienes inmuebles, ya que cumplen con tres condiciones para serlo: 1) Ofrecen estabilidad en su valor, tienen baja volatilidad; 2) Brindan liquidez, porque son fáciles de vender y comprar en el mercado; 3) Son confiables, debido a que no sólo son tangibles, sino habitables y explotables.
A nivel macroeconómico hay opciones de activos de refugio tanto o más atractivas que los bienes inmuebles, como lo pueden ser bonos de deuda de países estables y poderosos, acciones de grandes empresas de larga trayectoria; o, directamente, bienes como el oro, cuyo valor se ha mantenido en tiempos de crisis, guerra e inflación.
Sin embargo, parece que estamos en una época en la que el futuro luce más incierto que de costumbre, también en el ámbito financiero; y no es casual que estén adquiriendo creciente importancia en ese sector las divisas digitales, entre las que se ubican, por ejemplo, el BitCoin, las StableCoins (monedas estables, cuyo valor está atado al de alguna divisa fiduciaria), AltCoins (monedas alternativas), así como variadas y diversas criptodivisas; y, en un futuro probable, también las CBDC (Central Bank Digital Currency o Divisas Digitales de Banco Central).
Es muy probable que el gobierno norteamericano tome medidas drásticas contra China a causa de los daños reputacionales que está causando a sus bonos del Tesoro. Es más: ésa puede ser una de las razones que explique la reciente imposición de aranceles a las importaciones chinas, especialmente a vehículos eléctricos, baterías de litio, semiconductores, celdas solares, productos de acero y aluminio, entre otros. Así mismo, también es posible que estas medidas de respuesta no se limiten sólo al sector económico o financiero; y puedan inclusive manifestarse en apoyo a sectores independentistas de Taiwán.
Todo esto, entonces, podría reactivar y agudizar la guerra comercial entre EEUU y China, en un momento en el que el mundo está viendo cómo toman fuerza tendencias políticas que anuncian el inminente estallido de una conflagración bélica global. Así que no ha de sorprendernos que, ante la posibilidad de que se agraven y amplíen las guerras que ya existen, en el mercado internacional ganen mayor valor aquellos bienes que sean percibidos como verdaderos activos de refugio; y entre ellos hay activos novedosos, como el BitCoin o las acciones de grandes empresas tecnológicas; pero también hay otros activos menos abstractos, de notable valor de uso, como los metales preciosos (oro, plata, platino); o recursos preciados,no sólo para la industria, como el cobre, el coltán, el acero, el uranio; e