La guerra no declarada contra Rusia, China e Irán, que EEUU y sus aliados llevan a cabo, tiene en lo fundamental tres campos principales de batalla: Ucrania, en el conflicto contra Rusia; Franja de Gaza, en el conflicto contra Irán y Taiwán, en el conflicto contra China. Se va a tratar de lo que pasa en Ucrania y Franja de Gaza, porque, por ahora, Taiwán se encuentra en tensa calma.
En Rebuilding America’s Defenses, los neocon, un sector de la ultraderecha de EEUU, expresaron la esperanza de que una catástrofe semejante a Pearl Harbor permita a EEUU obtener la hegemonía total. Parecería que el demonio les escuchó y se dio el 9/11. A partir de entonces, los neocon controlan desde la Casa Blanca los engranajes claves del poder mundial y usan el mundo como campo de batalla de un conflicto de mayor envergadura, de cuyo resultado depende la reorganización y evolución de todo el sistema productivo.
Elon Musk sostiene: “El Partido Demócrata está secuestrado por extremistas”, y aunque no lo dijera, ésto sucedió luego de la caída de las Torres Gemelas. Paul Wolfowitz, neocon y exsubsecretario del Departamento de Defensa de EEUU, en un encuentro organizado el año 2000 por los nacionalistas ucranianos, prometió respaldar a una Ucrania independiente, provocar que Rusia entre en guerra contra Ucrania y financiar la destrucción de Rusia. En febrero de 2014, los nazis del Sector de Derecha y Svaboda, comandaron el sangriento golpe de Estado de Ucrania que derrocó al legítimo Presidente Yanukóvich. Victoria Nuland, dirigente neocon, fue a Kiev para apoyarlos en todo. El fracaso de su gestión explica su renuncia en marzo.
En 1994, Ucrania firmó el Memorándum de Budapest, mediante el cual EEUU, Reino Unido y Rusia le dieron garantías de integridad territorial a cambio de que entregara a Rusia todas sus armas nucleares y firmara el Tratado de No Proliferación del Armamento Nuclear, pese a lo cual, los nazis ucranianos planificaron fabricar bombas atómicas con el fin de borrar a Rusia de la faz de la Tierra.
El 19 de enero de 2022, Zelenski anunció en la Conferencia de Seguridad de Múnich su intención de derogar el Memorándum de Budapest para dotarse de armas nucleares. Cinco días después, Rusia inició la operación militar especial en Ucrania, uno de cuyos objetivos era la captura de las reservas secretas e ilegales de uranio enriquecido que Kiev había acumulado, pues los nazis ucranianos habrían iniciado el Armagedón nuclear, de haber poseído bombas atómicas.
Además, Moscú debía proteger a la población rusa del Donbass luego de que Occidente callara y justificara el fascismo de Ucrania, cuyo régimen prohibió la lengua rusa, el idioma más hablado de Ucrania; asesinó niños, mujeres y ancianos; impuso leyes con amenazas a alcaldes y gobernadores; asesinó a periodistas y escritores; proscribió partidos políticos opositores; usó el terrorismo para el miedo; perpetró la masacre en la Casa de los Sindicatos de Odesa, donde quemó vivos a cerca de cincuenta personas, y demás barbaridades, largas de comentar.
En estas circunstancias, Rusia reconoció la independencia de Donetsk y Lugansk, cuya población es principalmente rusa y considera a Rusia su patria. Sus mandatarios pidieron a Rusia ayuda contra Ucrania, que realizaba operaciones militares contra sus países y ocupaba gran parte de sus territorios. El 24 de febrero de 2022, Rusia inició la operación militar especial para desnazificar y desmilitarizar Ucrania; lo hizo en conformidad con el artículo 51 del capítulo 7 de la Carta de la ONU.
¿Por qué las potencias occidentales no aceptan esa realidad y odian a Rusia? Porque no se reconcilian con el hecho de que Rusia pudiera resistir. Rusia jamás se rendirá ante Occidente. En el pasado, algunos apostaron que sería borrada del mapa, pero cuando estaba acorralada y no tenía escapatoria, los rusos enarbolaron un patriotismo digno de encomio: lo hicieron cuando fueron invadidos por tártaros, polacos, suecos, caballeros teutones, franceses, italianos, norteamericanos, japoneses y cuando toda Europa continental, encabezada por Hitler. A todos ellos vencieron en Kulikovo, Poltava, Borodinó o Stalingrado, por mencionar unas pocas batallas.
Si Rusia derrotó en el pasado a tantas agresiones militares, ¿cómo no va a derrotar ahora a los neocon incrustados en la Casa Blanca? Más que nada, porque cuenta con la poderosa alianza económica y militar con China, también amenazada por EEUU, y porque libra una batalla por un mundo sin hegemonías absolutas, sin servidumbres, con hermandad y cooperación entre todos sus habitantes. Lastimosamente, la arrogancia y la soberbia de Occidente les impide ver que, en esa lucha, su derrota ignominiosa es lo más seguro que se dé.
Gran parte de la explicación de lo que pasa en la Franja de Gaza, la dio el mismo Netanyahu en marzo de 2019, cuando enfatizó el Parlamento israelí: “Cualquiera que quiera impedir la creación del Estado Palestino debe apoyar la fortificación de HAMÁS y apoyar económicamente a HAMÁS. Esta es parte de nuestra estrategia”. Por eso es bastante probable que el 7 de octubre Israel permitiera actuar a Hamás, para así tener un pretexto para eliminar a la población palestina de la Franja Gaza.
El gobierno de Netanyahu tiene sed de guerra, desprecia la diplomacia, no le importa los intereses del mundo y se opone a la única solución del conflicto palestino: La paz en el Medio Oriente solo será factible luego de la creación del Estado de Palestina, con las fronteras de 1967 y su capital en Jerusalén Este, con lo que se cumplirá el acuerdo del 29 de noviembre de 1947, en el que la Asamblea General de la ONU estableció dos Estados, Palestina e Israel, resolución que no se ha cumplido, porque Israel sigue ocupando Palestina con la intención de arrebatarle sus tierras ancestrales.
Como los palestinos están protegidos por Irán, e Israel no tiene la capacidad militar para derrotar a esta potencia, Netanyahu busca desatar una conflagración regional, que involucre a EEUU como aliado suyo, en su lucha por eliminar al pueblo palestino. Por eso Netanyahu no escucha a los estadounidenses de alto rango, que le ruegan moderar las acciones de Israel en la Franja de Gaza. El reconocido periodista Seymour Hersh afirma que, debido a la confusión existente en su aparato estatal, Washington es incapaz de influir sobre Tel Aviv, para resolver el conflicto palestino y que, según le informó un alto funcionario de Biden. “Antony Blinken parecía estar en un estado de confusión constante mientras Benjamín Netanyahu seguía haciendo lo que quería en Palestina. Al mismo tiempo que EEUU envía cada día hasta mil bombas a Tel Aviv, en la propia Casa Blanca reina el caos. Están diciendo y haciendo lo que creen que llevará a la reelección del Presidente Joe Biden”.
¿Y por qué tanta crueldad en su lucha por la destrucción total de Hamás? Porque los dirigentes de Israel intentan eliminar de esta manera a los futuros combatientes palestinos. Por eso es tan elevado el número de niños asesinados, más que en ninguna otra guerra en la historia. Según UNRWA, la agencia de la ONU para los refugiados palestinos, por lo menos 12.300 niños han muerto en Gaza en los últimos cuatro meses, frente a los 12.193 en todo el mundo en los últimos cuatro años.
Después del ataque aéreo israelí del pasado 1 de abril contra el Consulado de Irán en Damasco, que costó la vida de dieciséis iraníes, entre ellos dos altos comandantes y cinco militares, las relaciones entre Irán e Israel se agravaron tanto que se podría dar un conflicto directo entre ambos países. En respuesta a la agresión israelí, el ayatolá Alí Hoseiní Jameneí instruyó a los comandantes iraníes que persigan la paciencia estratégica y eviten una confrontación militar directa con EEUU. Días después, Irán realizó un ataque aéreo al territorio de Israel. Se discute sobre el éxito de este ataque, en el que participaron más de 300 drones y misiles de diversos tipos. Tel Aviv aseguró haber interceptado alrededor del 99% y que el resto cayó en la base aérea de Nevatim, causando daños menores a su infraestructura. Lo cierto del caso es que este ataque podría ser llamado el gambito iraní de la gran partida geopolítica aún no terminada que se juega a nivel mundial entre EEUU, China y Rusia, pues Teherán demostró que, de ser necesario, podría atacar a Israel.
El estrecho de Ormuz es la entrada al Golfo Pérsico, por allí transita gran parte de la producción mundial de petróleo y gas; al ser controlado por Irán, es su carta de triunfo en el caso de estallar un conflicto militar con EEUU, porque basta con que lo bloquee para no ser derrotado. Si se cerrara el antedicho estrecho, el precio del crudo podría subir hasta los 300 dólares el barril, algo insostenible para EEUU, Europa y China; la economía mundial no soportaría tales efectos negativos, los mercados se desplomarían y la paz mundial estaría en real peligro. Esos ingredientes, imposibles de controlar porque involucran a muchos países, harían entender a EEUU lo que aparenta no entender, que el estrecho de Ormuz es la carta de triunfo de Irán.
Rodolfo Bueno