El liderazgo mundial ya no se define por quién habla más fuerte, sino por quién sostiene su postura cuando los demás empiezan a temblar. Y eso es, justamente, lo que estamos viendo.
Mientras Trump recula en su ofensiva arancelaria, Putin sigue plantado, firme, sin ceder ni un centímetro en Ucrania. No se trata de caprichos ni de reacciones viscerales, sino de dos estilos bien diferentes de construcción de poder.
Trump se mueve en un sistema donde el tiempo corre más rápido que la estrategia. Tiene que mostrar resultados ya: en encuestas, en mercados, en redes sociales. Todo es inmediato, superficial y volátil. Por eso avanza con fuerza pero retrocede cuando el ruido le tapa la escena. En ese contexto, dudar es parte del juego.
Putin, en cambio, no improvisa. Puede gustar o no, pero el dato es claro: hay un rumbo, hay una lógica. Administra el conflicto con paciencia, sin necesidad de aplausos ni urgencias. Se apoya en una tradición estratégica que prioriza la firmeza interna antes que el efecto externo. Es otro ritmo. Otra profundidad.
Y no se trata de ver quién es «más duro». Se trata de ver quién tiene horizonte, quién construye un modelo a largo plazo, quién puede resistir las presiones sin perder el eje. Porque en este mundo que gira a velocidad de redes, tener dirección propia es un acto de resistencia.
Lo interesante es que, mientras algunos juegan a hacer ruido para sostener su imagen, otros avanzan en silencio. Y en política internacional, no siempre gana el que grita más fuerte. A veces gana el que aguanta de pie mientras los demás se acomodan.
Hoy, las potencias no están jugando a la fuerza. Están jugando a la paciencia. Y los que parecen ir más lentos, tal vez sean los que terminen liderando el tablero cuando el polvo baje.
Eso, al menos, es lo que hoy empieza a verse.
Un comentario en «Trump duda, Putin no afloja – Editorial de Ivone Alves García»
Enhorabuena por la nota espero que sigas escribiéndolas porque está claro que tienes cosas importantes que decir.