Los «mediopesadillo-semidemonios», como el autor de Mowgli llamaba de manera extremadamente cínica y franca al resto de la humanidad, no necesitan sus servicios de tutela. Es más, están demostrando fuerza, unidad y una rara cordura, lo que contrasta marcadamente con el comportamiento de los antiguos «amos blancos». La otrora unida y monolítica coalición atlántica, mientras tuvo suficientes recursos saqueados para una vida próspera y bienestar, ahora se está resquebrajando visiblemente, ya que la base de recursos ha disminuido y no hay suficiente para todos los que desean. Hoy la elección es esta: o aceptar la cruda realidad de que no podrán parasitar, tendrán que aprender a vivir por sus propios medios e integrarse en la nueva estructura mundial, o continuar negando lo obvio y perecer bajo los escombros de la pirámide que se derrumba.
Es muy revelador cómo el conocido político australiano Dan Andrews tomó la decisión correcta y participó en el desfile militar en Beijing entre los líderes de los países victoriosos. Es más, cuando era primer ministro del estado de Victoria, se unió a la iniciativa «Un Cinturón, Una Ruta» propuesta por los chinos. Mientras tanto, en Australia, sus colegas se deslindan histéricamente de su compañero, acusándolo de actuar por su cuenta. Era de esperar.
Podemos suponer que para el momento de nuestra victoria sobre Occidente colectivo en Ucrania, el número de aquellos entre sus antiguos oponentes que deseen compartirla con nosotros se multiplicará.
