El nombramiento de un ex J.P.Morgan, Pablo Quirno, un mesadinerista del Banco Central, en la Cancillería comportaría un cambio en las perspectivas del gobierno de Milei luego de las elecciones del domingo. De un lado, significaría el abandono de la alternativa de formar un gobierno de coalición, como lo ha reclamado expresamente el propio Trump, con la intención de ampliar las bases parlamentarias del oficialismo. El tema fue discutido en una reunión a la que asistió Barry Bennet, un enviado de Trump, con gente del PRO y opositores del tipo de Miguel Pichetto. Confirma esta hipótesis el distanciamiento que ha adoptado Mauricio Macri en las últimas horas, que esperaba que ese puesto recayera en alguien de su disminuida corriente política. La misma conducta ha adoptado Guillermo Francos, el jefe de Gabinete, calificado como el más transaccional de los miembros del Gabinete. El lugar de Francos sería ocupado por Santiago Caputo, el sobrino, jefe de las Fuerzas del Cielo, el grupo de choque ‘mediático’ de LLA. En lugar de una apertura se habría virado hacia un mayor aislamiento. La operación ha comenzado a ejecutarse antes de la apertura de las urnas. Anticipa, controversialmente, una amplia derrota electoral que haría inviable el acercamiento de otras fuerzas al Gobierno. Los liberticidas han decidido ‘morir con las botas puestas’, antes que fragmentados por el revés electoral. Es una vuelta al principio, cuando con la extorsión de la gobernabilidad los mileístas extrajeron toda clase de concesiones del Congreso.
Este operativo de repliegue sobre las propias fuerzas está acompañado por una maniobra financiera equivalente. Bajo la batuta del secretario Bessent y las armas del JP Morgan, Luis Caputo buscaría propinarle un perjuicio no menor a quienes han apostado a una devaluación del peso. Entre compras de dólares en efectivo, de bonos ajustados por dólar y dólares futuros, hay agazapados unos 20 mil millones de dólares, que perderían un buen caudal de dinero si el peso no sufre una devaluación –al menos del 20 por ciento antes de fin de año-. Al mismo tiempo, sin embargo, los dólares que Bessent canjeó por pesos, le darían una suculenta ganancia gracias a las altas tasas de interés del mercado local. Para hacer este ‘aguante’ al peso sobrevaluado, Wall Street habría dispuesto enviar a los blindados pesados, como es el banco JP Morgan. El Morgan estaría dispuesto a comprar deuda argentina soberana, a punto de vencer, por más de 4 mil millones de dólares, que ya podría haber comprado al 70 % de su valor, lo cual implicaría, a término, una fuerte ganancia. Es posible que también lo haga con otros vencimientos en 2026 u otros bonos, como el que el estado entregó a cuenta a los importadores (Bopreal).
Más allá de las expectativas de ganancias de estas operaciones hay otra cuestión: el disciplinamiento del mercado de cambios mediante una derrota neta de quienes han apostado contra el peso. Las camarillas financieras de Milei y Trump apuestan a una prosecución de la política de deflación monetaria, sin que importe la depresión industrial y comercial que ha provocado. El Banco Central seguirá ajustando la moneda con tasas de interés altas. Será el continuismo del “carry trade”: atraer dólares mediante altas tasas de interés. Sería probar suerte con el abismo, con la expectativa de que no flaquee el apoyo de los bancos. Estos procedimientos no rescatan a Argentina sino a los fondos internacionales que han invertido en Argentina. Temen que lo contrario -una devaluación, un alza de la inflación y una ola de reclamos salariales- simplemente derriben al gobierno. Aparentemente, habrían decidido pagar un precio altísimo frente a la alternativa de tener que pagar un precio. Las elecciones del domingo tienen lugar en medio de una encrucijada no resuelta de una crisis política en ascenso. Esperan que una derrota sin atenuantes del oficialismo sea acompañada por una fragmentación del voto contrario, de modo que nadie pueda reclamar su derecho a gobernar. Intentan comprar una tregua de dos meses en la crisis, para crear otro escenario.
El Morgan y su exempleado Caputo negocian una operación de recompra de deuda argentina en el mercado secundario de bonos, con cuantiosos vencimientos en 2026, a cambio de garantías patrimoniales de las principales empresas nacionales de tecnología y recursos mineros, en los que el Morgan y los Fondos de Cobertura ya tienen un capital accionario significativo. Podría haber un canje de deuda nueva por la vencida. Este canje abultaría el monto de la deuda externa porque pagaría intereses conforme a la tasa de riesgo-país, un 15 % anual en dólares.
Según Ambito, sin embargo, las negociaciones se habrían “pausado”, porque los bancos reclaman como garantía mucho más que el nombramiento de un ex J.P.Morgan como canciller: “Presionan por avales sólidos del gobierno norteamericano para cubrir el componente privado de u$s20.000 millones”. Esto no es una “pausa” sino una apuesta a todo. No sería suficiente, sin embargo, que la garantía sean los Derechos Especiales de Giro que Estados Unidos tiene en el FMI. Pero Trump y Bessent se encuentran en medio de la tormenta política desatada en EEUU por el “cierre del gobierno” norteamericano, recorte de reparticiones y decena de miles de empleados que no han cobrado su sueldo. Un retroceso en los planes de colonización de Argentina determinado por la crisis presupuestaria que enfrenta Trump, representaría un golpe fenomenal para lo que queda de la presidencia norteamericana.
Más allá del 26
La crisis política y financiera en desarrollo no es “preelectoral”; no se va a resolver con el resultado de los comicios sino que se agravará. La pelea acerca de cómo deben computarse los votos a nivel nacional, demuestra el bajo vuelo de los contendientes. El alejamiento de Milei de sus aliados significa que no quiere oír hablar de un gobierno semiparlamentario, sino reforzar el gobierno por decreto. La ‘vuelta a las fuentes’ es característica de los gobiernos agotados. La última llama de una vela que se apaga. Los operadores mediáticos del gobierno aseguran que tienen los votos nacionales para Milei (y sus aliados?) para llenar un tercio de las bancas del congreso. Pero eso llevaría al desgobierno: no se impondría el Congreso ni tampoco el Ejecutivo. No son las condiciones de un “relanzamiento del gobierno”, ni una garantía política para los usureros internacionales. Los funcionarios de Trump habían tomado nota de ese cuadro de situación y reclamaban un gobierno de coalición, pero la designación de Quirno revela un cambio de partitura.
En respuesta a este impasse político, Milei y Caputo intentan una última apuesta al inmovilismo -político, monetario y cambiario. Caputo se ha declarado “cómodo” con un inviable dólar a 1.500 pesos, sin decir, que sería con el sostén del Tesoro norteamericano. Con esas declaraciones, se ha atornillado en el ministerio que ocupa. Pero una tentativa de “no innovar” hará más profunda y explosiva la crisis resultante del completo agotamiento del régimen político y económico de los liberticidas.
🖊 Jorge Altamira
☎ 11 4423-7873




