Prometeo y Epimeteo y la guerra de la OTAN contra Rusia y Palestina Por Víctor Gabriel Gullotta.

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En la mitología griega Epimeteo es el hermano de Prometeo, un personaje escasamente mencionado porque es “el que reflexiona más tarde” o tiene un “´pensamiento posterior”. Observa con “retraso” aquellos hechos que ya han sucedido; es descuidado o poco precavido. Prometeo, en cambio, es el de “pensamiento adelantado”, previsor, quien posee la facultad de “ver el futuro”. Un héroe al lado de un carente de sensatez, alelado.

Prometeo es el más glorificado en la mitología griega por haberse atrevido a robar el fuego, elemento que poseían solamente los dioses del Olimpo y entregarlo en donación a los hombres, quienes a partir de allí construirían una civilización poderosa, inteligente y más segura.  Ante tamaño propósito de un dios menor, como era Prometeo, contra los dioses mayores, que además se mezclaba entre los mortales a quienes protegía, estos se sintieron ofendidos y ridiculizados. Y deciden castigarlo, pero no sólo a él, sino que también, astutamente, castigarán a los hombres a través del “tonto” de su hermano, Epimeteo.

Así, entonces, Zeus, Dios máximo entre los dioses del Olimpo, le presenta a Epimeteo para esposa nada menos que a la bella Pandora, y de regalo de bodas le otorga una “caja”, una tinaja cerrada, la famosa Caja de Pandora. Pero Zeus le advierte a Pandora que dicha caja jamás debe ser abierta.  Al mismo tiempo es importante recordar que cuando Zeus le ordena a Hefestos la creación de esta mujer debe hacerlo con el don de la “curiosidad”.

Epimeteo, “el que reflexiona más tarde”, no advierte que esa caja en manos de Pandora será la perdición de la humanidad, que jamás debe ser abierta, pues contiene todos los males, y Pandora, mujer desde ya muy curiosa, finalmente la abre y los males son expandidos por la tierra de los humanos, excepto una sola cosa que no saldrá de esa caja: la Esperanza, el único bien que contenía dentro – pues ella asustada por lo que había hecho la vuelve a cerrar-.

Epimeteo, el irracional, y Pandora, la curiosa, nos “condenaron”.  De alguna manera este mito griego se repite en el Génesis de la Biblia, con Adán, el inocente, y Eva, la curiosa. Y muchos siglos después con Cándido, de Voltaire, para quien vivimos siempre “en el mejor de los mundos posibles”, imposibilitado de “ver” cualquier signo de “maldad” en la realidad.


Hasta que, en algún lado, alguna vez, a lo largo de la historia de la humanidad, se produce una “epístrofe”, ese “cambio brusco de dirección del sentido”, un “volver a las grandes fuentes”, un volver hacia atrás para construir nuevas bases (*).   Esa “epístrofe” ha sido pronunciada en los tiempos que corren, a nuestro entender, el 30.09.2022 por Vladimir Putin dentro de los sucesos de guerra declarada entre la OTAN y Rusia, que hoy, más de un año después, ya discurre con elevados y peligrosísimos episodios.

Dijo, entre otras cosas: “Los ciudadanos de Rusia pueden estar seguros de que la integridad territorial de nuestra patria, nuestra independencia y nuestra libertad serán defendidas, y repito, por todos los medios de que disponemos. Aquellos que usen el chantaje nuclear contra nosotros deben saber que la dirección del viento puede cambiar. Es nuestra tradición histórica y destino de nuestra patria detener a aquellos que estén interesados en la dominación global y amenacen con dividir y esclavizar a nuestra patria.  Tengan la seguridad de que lo haremos en esta oportunidad”.

En otros discursos siguió ampliando y repitiendo este contenido. También, otros dirigentes. La esencia es la soberanía e independencia de las naciones, y su sostenimiento en las tradiciones histórica de la cultura popular.

Entonces recordamos a Epimeteo, el del “pensamiento posterior”, que no debería entenderse tanto como un “tonto” al que los hechos le han pasado por encima, sino de aquel que reflexiona cuando los hechos han pasado. Epimeteo, a nuestro entender, al encarnar al “poco precavido”, al “descuidado” también encarna al “inocente”, al “confiado”, al hombre “natural”, no al racional y calculador, el que cree que los hechos no están ordenados en línea de la maldad, sino del Ser. Pero cuando se despierta del engaño, se transforma, “se convierte”. Mientras que Prometeo se queda congelado para siempre con el arrogante brazo de la antorcha del fuego, como la “Estatua de la Libertad” de New York.

Rusia fue engañada varias veces en su inocencia, o debilidad ideológica, según se mire. Palestina, también, espera y languidece como un tigre en promesas y engaños hace más de setenta y cinco años.  Epimeteo, aparentemente el “tonto”, parece ahora comprender muy bien la naturaleza del engaño, se convierte y se transforma, tiene otras bases.  Es ahora Prometo quien no puede comprender en su arrogancia que sea Epimeteo quien alcance el verdadero fuego de la historia humana.


Destacamos que Heidegger no quiso ocuparse de la figura mítica de Epimeteo, tal vez intuyendo que esa “inocencia”, ese estado de no pensar pre ontológico nos llevaría al desastre, tal como ocurre en el mito con su esposa Pandora. Pues ese “pensar” es un requisito esencial del Ser Humano, que tal vez no tuvo oportunamente Epimeteo. Entonces, no sería un personaje a exhibir como ejemplo, por ese lado. Adán y Eva, al no poder “pensar” y ser tentados o engañados, introdujeron el desastre en la historia humana. También, dejaron de ser “inocentes”, ¿para bien o para mal?  El mito, sea como fuere, nos está enseñando a no ser engañados o tentados nunca más.

Pero tampoco Prometeo es un personaje a colocar bajo grandes luces, porque encarna la arrogancia científica y la voluntad de poder de todo Occidente que hoy, desesperadamente, nos está llevando, o intenta llevar, sin la advertencia de los pueblos, a la posible autodestrucción. Prometeo moderno es un Nietzsche, filósofo, con sus ideas del “superhombre” que se autorrealiza por sí mismo, y es Any Rand (de ahí toma su nombre The Rand Corporation, el tanque de pensamiento que diseñó la toma de Ucrania por la OTAN y la división de Rusia como país), novelista y filósofa, con su personaje de “Atlas” liberal, racional, individualista y egoísta. Las acciones arrogantes de Prometeo, robando la inteligencia de los dioses y descendiéndola a la tierra para los humanos han traído las consecuencias de la “Caja de Pandora”. No ha sido responsable el “retraso” de Epimeteo, quien no advirtió, a quien fácilmente, desde la petulancia, acusaríamos de “tonto” engañado, como la inocencia de un niño-adulto, que no sabe pensar. ¿Pensar qué cosa?

A Epimeteo se lo ha confundido como un tonto instrumento, un sujeto pasivo, de la maldad. Pero con Prometeo el fuego, la inteligencia robada del “arriba” parece no haberse duplicado en el “abajo” sino que fue degradada. Esto sea tal vez lo que los países del Oriente y Eurasia, y el llamado Sur Global, con sus civilizaciones tan distintas y peculiares, sostenidas en la fe ultra terrena, le están reclamando ahora al Occidente Colectivo, al Imperio otantista unificado. Con Prometeo la esencia de los conceptos eternos fue destruida por el pequeño barro de los hechos y resultados del mundo moderno, hoy vacío y apocalíptico. La historia, ahora mismo, amaga con una gran vuelta de campana.


¿Ocaso nos hicieron creer que vivimos siempre bajo la gran civilización propuesta por Prometeo, el de las grandes promesas, el fuego racional, mientras fuimos casi todos, sin excepción, unos inadvertidos Epimeteo recibiendo los innumerables, y merecidos, castigos, en realidad originados por aquel? Por el momento continúa el comienzo de una nueva Epístrofe, el cambio de sentido brusco de la historia mundial. Alguien la pronunció. Y sin duda habrá otros. Y tal vez sea la hora del comienzo del despertar de Epimeteos. Nos prometieron la gran civilización y ahora nos están liquidando, ¿como “tontos”? Eso es lo que suponen las grandes usinas y fuentes creadoras de verdad y sentido.  Pues no ocurrirá. La epístrofe, la necesidad del cambio del mundo, ha sido pronunciada y, muy probablemente, todavía no lo sabemos -sigue siendo un misterio-, se producirá, pues la Esperanza es lo último que se pierde, si algo todavía ha quedado de la legendaria Caja de Pandora.


(*) “Del latín tardío ‘epistrophe’ y éste del griego ἐπιστροφή; propiamente ‘vuelta atrás’.  También, retóricamente se refiere a una ‘conversión’, y a una ‘repetición de una o varias palabras’ dentro de algún texto” (Diccionario de la Real Academia Española). Es curioso también comparar “epístrofe” con “Epimeteo”, dado que “epi” significa “por encima”, “por arriba”, lo contrario de “hipo”, por abajo.

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